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miércoles, 9 de abril de 2014

SARA. Madre de naciones 2º parte.


La semana pasada vimos la primera parte de este estudio, estuvimos viendo los antecedentes de Sara, la lealtad y la obediencia que tenía hacia Abraham su esposo, y vimos también que la media verdad de Sara no le resto a que Dios le había hecho una promesa y seguía vigente, es decir por parte de Dios la promesa se mantenía.

Vamos a ver tres aspectos de la vida de Sara para este estudio, que evidentemente podría ser más profundo, como todos los estudios, pero intentamos concentrar lo esencial para dar pie a los herman@s que busquen o estudien mas profundamente los temas que vamos tratando.

SARA ESTERIL.

Vamos a partir de la base de que Sara era una mujer que no le faltaba de nada, que tenía una buena posición ya que Abraham era un hombre rico, a pesar de poder tener todo lo que deseaba en la época de la que hablamos, había algo que la hacía sentir apenada, algo que el dinero no podía comprar, y era el quedar embarazada y ser madre. Sara podía disfrutar de un largo y feliz matrimonio pero
siempre con la pena de no tener hijos.
Hubo un momento en la vida de Sara que Dios les hizo una promesa: bendecidlos con un hijo, y convertirlos en una gran nación, pero como para siempre en el hombre empezó la desesperación en la espera, la falta de paciencia, los días pasaron a convertirse en semanas, estas en meses y estos en años, años que iban transcurriendo y cada vez se hacían mas mayores hasta el punto de alcanzar la vejez, y claro físicamente era imposible poder concebir, pero no era imposible para el Creador. ( Cuantas veces hacemos imposible lo que para Dios es posible, no siempre el Padre nos da aquello que anhelamos si piensa que no nos conviene, pero si hemos recibido una promesa el la mantendrá, debemos aprender a ser pacientes en los tiempos del Señor).

Sara ante la desesperación y habiendo pasado diez años de cuando Dios les había hecho la promesa, como no ella tomo la iniciativa, y es que no aprendemos de las experiencias pasadas, y Sara no iba a ser menos, no esperaron que Dios les diera prosperidad y planearon marchar a Egipto , como ya vimos en la primera parte, pero Dios en su infinita misericordia y con gran amor los saco del problema en el que se habían metido, y ahora otra vez la impaciencia hace que Sara no espere en la promesa y tome las riendas de darle un hijo a Abraham, de una forma que no formaban parte del plan de Dios.
Me detengo aquí para que reflexionemos un poco, no podemos juzgar a la ligera y de ninguna otra forma lo que hizo Sara, ya que ¿Cuantas veces hemos intentado “ayudar” a Dios nosotros?  Cuando El ya tiene un plan para cada uno, vamos nosotros y lo alteramos, y es que tanto nosotros como Sara en su momento tenemos que saber esperar en las promesas del Cielo, nos ahorraríamos muchas preocupaciones, pero bien el hombre persiste y yo en muchas ocasiones en vivir preocupados.
¿Cuál era el plan de Sara? El plan de Sara era entregarle a su esposo su criada, Agar era el nombre
de esta mujer, para que esta le diera un hijo, de esta forma Sara podría tener un niño que sería hijo de Abraham, y ella sola empezó a razonar toda esta trama hasta convencerse de que esa era la forma correcta para que se cumpliese la promesa dada por Dios. Podemos encontrar parte de esta historia en Gn 16: 1-2, 4 15-16.

Pero Sara no tuvo en cuenta que su proyecto no formaba parte del plan de Dios, pero Dios se les apareció otra vez para reiterar su promesa, les cambio su nombre y específicamente les dijo que Abraham tendría un hijo a través de Sara, mediante Sara, Gn 21: 1-5.
La historia de la esclava Agar será el próximo estudio de mujeres bíblicas que hagamos para que el estudio de Sara que completado.

Y Dios cumplió su palabra, y en la vejez Sara tuvo un hijo al cual llamó Isaac, comenzando así la raza judía, el pueblo escogido por Dios.
No encontramos demasiados detalles de la vida de Sara después del nacimiento de Isaac, pero si encontramos en Gn 21, que Abraham para celebrar el destete de su hijo Isaac, hizo una gran fiesta, donde Ismael el hijo que tuvo con la esclava Agar, se burló de Isaac, tal fue el enfado de Sara que pidió a su esposo que echara a Agar y a su hijo de su casa, este episodio lo podéis leer en 
Gn 21: 12-14.
Entonces Dios dijo a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.

No era algo habitual que Dios le digiera a un esposo que cumpliera instrucciones de la esposa, pero así hizo Abraham, echo a Ismael y a Agar obedeciendo lo que Dios le había dicho, no porque Sara se lo pidiese, sino porque Dios lo ordeno.

LA MUERTE DE SARA

Si leemos las Escrituras, veremos que nos dice que Sara murió a la edad de 127 años, siendo la única mujer que su edad queda registrada en las Escrituras, también leemos que Abraham vivió 38 años mas que Sara.

Los esposos, el matrimonio habían vivido muchos años como nómadas, pero no obstante cuando falleció Sara, Abraham compro un trozo de tierra para darle sepultura, en lugar de dejar su cuerpo en cualquier lugar que pudiera se fácilmente olvidada, el terreno que compro Abraham para Sara fue una cueva en Macpela, y allí enterró a su esposa. En Gn 25 nos cuenta que Abraham murió a los 175 años y que los hijos lo sepultaron, lo enterraron al lado de Sara, y es donde vemos que aún en la muerte, vuelven a estar juntos después de una larga vida uno al lado del otro.

SARA PRESENTADA COMO EJEMPLO EN EL NUEVO TESTAMENTO.
Si vamos a Gálatas 4: 21-31, veremos como Pablo usa a Agar y a Sara y a su hijos como ejemplo para hacernos entender que la ley y la gracia no pueden coexistir. Ismael el hijo de Agar había nacido de manera natural, representando el intento de conseguir la salvación en las obras de la Ley. Isaac era el hijo nacido por la promesa, representando la salvación obtenida por la gracia y promesa de Dios Padre, Pablo intenta que se entienda que la Ley nos ata a nuestros propios límites mientras que la gracia nos libera, permitiendo así que Dios obre en nuestras vidas.

También servirá el testimonio de Sara como ejemplo de la obediencia y sumisión al esposo por parte de la mujer casada, es una parte delicada esta, ya que muchas mujeres entienden que esa sumisión hacia el esposo hace que se anule su personalidad y su forma de hacer o entender las cosas, pero no es eso, simplemente Dios esta diciendo que el hombre es el que lidera la casa, y que ambos están sujetos a Cristo , pero no que el hombre sea mas que la mujer, ni que la mujer sea menos que el hombre, de hecho hemos visto estudios y veremos otros , donde la mujer ha sido gratamente usada y bendecida por Dios, el aceptar esa sumisión no perdemos nuestra identidad, Sara no la perdió , cuando se habla de ella se la describe como una mujer bella, decidida, valiente, fuerte, pero eso no significa que desobedeciera a su marido. Pienso que en los matrimonios actuales el gran problema esta en quien
quiere ser el líder, y no hay líder, sino un esposo y una esposa buscando la dirección de Dios para llevar por delante un hogar conforme a la voluntad de Dios, pero bien eso sería otro tema.

Ya para terminar decir, que de Sara podemos tomar la enseñanza de una vida de obediencia, y de que los errores tienen también una consecuencia, pero que Dios tiene misericordia y el amor que siente hacia sus hijos es infinito, que cuando da una promesa la cumple hasta cuando ya pensamos que se olvido de ella, y acabo dejando estos versículos para meditar, que nadie se escandalice ni alce la voz, sino paremos a reflexionar y mujeres entenderéis que no se habla de renunciar a ser nosotras mismas y maridos entenderéis que no se trata de esclavizar a la esposa, sino que juntos hay que servir al Señor. 

Efesios 5:21-33
Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 
Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 
Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la
iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

                                                                                          


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